domingo, 14 de mayo de 2017

V Domingo de Pascua




UN CAMINO EN LA VIDA: SER PARA EL SEÑOR

Hoy V domingo de Pascua, Jesús vuelve a recordarnos “yo soy el camino, la verdad y la vida”. Estas tres palabras muy importantes en nuestro caminar nos vienen a hacer una invitación tanto personal como comunitario. Es como si Jesús nos preguntara ¿Quieres andar por la senda segura? << Camina por mí>>. ¿Quieres poseer la sabiduría por excelencia? <<Conóceme>>. ¿Quieres vivir eternamente y plenamente? <<Yo soy la Vida>>.

¡Es tan claro! pero aun así no dejamos de recordarnos como si fuera la vez primera que las escuchamos porque así llegaremos a vivir su voluntad sobre nosotros. La invitación de Cristo suscita en nosotros una conciencia de que es posible ser seguidor suyo, ser cristiano sin conocerlo. ¿Y qué es conocer a Cristo? No es memorizar enseñanzas cristianas, ni rezar muchas novenas ni siquiera comulgar todos los días. Conocer a Cristo, Verdad plena, es tener una relación íntima con Él, poseer una experiencia interior con Aquel que es uno con el Padre y el Espíritu Santo. Es confiar en Él, llegar a abandonarme en sus manos. Acoger con un corazón ardiente, sencillo  y disponible el Amor Absoluto y Gratuito de Dios Padre en Cristo. Es reconocerme necesitado de Él. Es creer con mi corazón y confesar con mis labios que “con el Señor lo demás me sobra”. Que Dios es la roca de mi vida.  Que Cristo es el centro por el que gira mi ser, mi persona, mi vida, mi familia...Es tocar a Jesus en su humanidad y adorarlo en su divinidad.

La primera lectura de los Hechos de los apóstoles nos muestra cómo el hecho de ser cristiano no es sinónimo de estar a salvo de los problemas ni tampoco ser plenamente santos. La iglesia, el cristiano, tú y yo nos veremos necesitados de abandonarnos en Dios con nuestra oración, con su palabra si realmente hemos optado y queremos seguir siendo sus testigos en este mundo. Día y noche nos veremos necesitados de su Espíritu Santo que nos ilumine y que nos ayude a resolver nuestros problemas pacientemente y a luz del Evangelio a fin de que las mismas dificultades sean momentos oportunos de nuestro crecimiento personal y espiritual. Momentos que nos llamen la atención para redescubrir nuevas maneras de actuar, nuevas formas de resolver tantos problemas a nuestro alcance como una misma familia, para crear un mundo mejor, un mundo que valore y que se preocupe con entrañas misericordiosas por los más desfavorecidos sin acaparar nada de lo que Dios nos ha dado, nos ha confiado para nuestro bien y el de la creación entera. Un mundo que defienda, aunque esto suponga perder la misma vida, el trabajo, los amigos, sea lo que sea, los valores y derechos humanos ceñidos por el temor de Dios. Un mundo que reconozca a Dios en el prójimo y pueda proclamar su fe libremente. Un mundo de todos,  para todos.

Hermanos y hermanas abandonados en la fuerza salvadora de Cristo que nunca nos dejará solos caminaremos por su senda porque somos una nación santa, elegida. Un pueblo adquirido en posesión para anunciar las grandezas del que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable: Jesús, Hijo de Dios, nuestro Señor y Mesías.

Recordemos también a tantos hermanos misioneros que han salido de sus países y ambiente familiar para llevar la Buena Noticia al mundo entero, especialmente hoy la familia franciscana recuerda de manera especial a sus misioneras y misioneros, para que sean antorcha encendida que ilumine a todos la invitación que Cristo nos hace hoy: caminar por su camino, conocerle y centrar nuestra vida en Él.

Para gloria de Dios,

                                            Hna. Catalina Mª Inmaculada Ohp



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