<<SED PERFECTOS COMO VUESTRO PADRE DEL CIELO ES PERFECTO>>
Hoy las lecturas nos invitan a vivir la perfección de Dios que no es otra cosa que la perfección Evangélica, la perfección del Amor. Esta perfección nos conduce a vivir << la riqueza a satisfacción>> acogiendo agradecidamente lo que el mismo Dios nos regala. Esta perfección nos hace retornar a nuestro verdadero hogar que es su Palabra; en el encuentro intimo con el Amor Absoluto.
Ante le reprensión que Jesús una vez dirigió a Pedro << ponte detrás de mí satanás >>percibimos lo delicado y lo exigente que es esta perfección a la que estamos todos llamados, amándole apasionadamente tanto en los momentos de gracia y plenitud, como en los de incertidumbre y dificultad.

Realmente la perfección Evangélica, la perfección del Amor es muy exigente, implica en sí cargar continuamente con la cruz, es un sacrificio asiduo que fielmente vivido nos lleva a un profundo e íntimo encuentro con el Absoluto y vivir hasta lo que humanamente nos parecía imposible. El mismo Jesús tuvo que esforzarse y vencerse continuamente a sí mismo para poder ser fiel a su misión, una lucha a la que diariamente nos enfrentamos en nuestra persona que tiende a negar sus planes sobre nosotros y que pretende encontrarle a Dios en otras cosas caducas, en honores y comodidades de este mundo, en lo fácil, lo apetecible, lo instantáneo…
Pero hermanos y hermanas, La Perfección Evangélica es otra cosa distinta, es ese grito que Dios lanza en Jesucristo contra el sufrimiento, el pecado y la muerte. Y para llevar a cabo esta misión nuestros santos fundadores san Francisco y Santa Clara de asís, entre otros no cesaron de hacerse pobres cada día, de reconocerse necesitados de su misericordia para responder sin tardanza a este proyecto de Dios. Expresaron su fe en la impotencia y en la pobreza al estilo Evangélico, porque el signo de la impotencia voluntaria de Dios, es el signo de su Amor.
La perfección del Amor es movimiento, es encuentro, es vida: vida que se desarrolla al filo de experiencias y de los progresos que estas experiencias provocan. Debemos impregnarnos del mismo Espíritu de Cristo para saber leer e interpretar nuestras vivencias diarias a la luz de la fe, a la luz de los Evangelios.
Este movimiento nos lleva a comer en la misma mesa con quien nos “mesa la barba”, con el distinto, con el misterio de Amor que es necesario penetrar cada vez más a fondo sin descanso. Un misterio de Amor que nunca alcanzaremos su final porque dejaríamos de vivir. Esta es el gran misterio del Amor al que las lecturas nos provocan, y del que cada día Dios nos envía mil nociones que nos ayudan a leer y a descubrir el rostro vivo de Dios en cada persona, incluso de los que nos aborrecen o en los que aborrecemos. Marchemos todos interrumpidamente en presencia de la persona de Cristo porque detenernos seria alejarnos del mismo Dios y del hermano que el Señor nos dio.
Pedimos al Señor que nos entrene a lanzarnos a lo que aparentemente parece imposible, porque detrás de lo imposible está su gracia y su presencia, no podemos caer en el vacío.
<<Al Amor que te lleva, no le preguntes a donde va>>
Paz y Bien herman@s.
No hay comentarios:
Publicar un comentario