domingo, 11 de diciembre de 2016


Paz y bien hermanos muy amados en el Señor,

Hoy tercer domingo de Adviento <<Gaudete >> oímos ese grito de alegría por la inminente venida del Salvador. El profeta Isaías invita a cantar en el desierto porque ya pronto se verá colmado de flores de mil colores, habrá vida. Ahí donde aparentemente no podía existir vida se verá colmada de alegría y gozo. Habrá belleza, habrá un canto de alegría. Y todo lo que es pena y aflicción se alejará inundándonos así con mucha paz y gozo. Todos hermanos y hermanas tenemos en el desierto de nuestras vidas, ese acontecimiento/ estado/ ambiente/ debilidad/ situación que muchas veces no te deja desarrollar debidamente espiritualmente y corporalmente. Pero ya te puedes alegrar porque muy pronto llegará la vida misma, la luz y la esperanza nuestra. 

Hoy pues se nos invita a sabiendas de esa esperanza <<fortalecer las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes y a decir a los cobardes de corazón, sed fuertes no temáis>>. Hermanos y hermanas a nuestro alrededor tenemos personas que necesitan esta esperanza a través de un acto y una palabra de aliento, acerquémoslos a ellos con humildad a compartir esa alegría que nos anuncia el profeta Isaías. Que la presencia de Dios en nosotros nos transforme interiormente y salgamos como testigos valientes a ofrecer su esperanza.

Santiago también consciente de nuestra debilidad de tirar la toalla a la primera hora nos sigue fortaleciendo con sus palabras, aguantar con mucha paciencia y  mantenernos firme con ánimo mientras se acerca este tiempo Mesiánico. Y para no caer en la gran tentación de vivir este tiempo del Adviento como una rutina, tendremos que dejarnos sorprender cada día que amanezca por su <<kairós>>, el hacerse hombre como nosotros. Agradecerle al Señor esta obra de amor tan inmensa de hacerse como uno de nosotros.

El Apóstol San Mateo a través de las preguntas que manda Juan a sus discípulos a preguntar a Jesús, nos pone de manifiesto las obras de misericordia que viene a realizar nuestro Salvador. Juan el bautista siendo encarcelado por Herodes manda a preguntar a Jesús por medio de sus discípulos ¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús les responde: <<Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo. Pues bien hermanos ¿qué vieron y oyeron aquellos discípulos de Juan? Los ciegos ven y los inválidos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. 

Esta es precisamente nuestra misión. Esta es la llamada. Entregarnos gratuitamente y enteramente a los demás. Ser Evangelizadores de la única verdad que es Cristo y su Reino,  saciar al sediento, dando de comer al hambriento, curando al enfermo incluso con solo una palabra, cuidar al frágil, visitar al encarcelado o al que vive solo…

Hermanos hay muchas maneras de dar la vida al otro si de verdad nos sale de corazón. Que la palabra del Señor en este domingo de alegría nos fortalezca para salir al encuentro del otro pero siempre con mucha humildad como si de mismo Señor se tratara. ¿Por qué? Porque todos somos templo del Espíritu Santo.

Que Dios nos bendiga a todos










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