EL ADVIENTO, NUESTRA ESPERA Y NUESTRO ANHELO GOZOSO
Y
muchos me podríais preguntar ¿hasta cuando esta espera? Ya van más de dos mil
años. ¿Cuántos han dejado este mundo ó todavía viven en él sin ver ningún rayo de
luz del que se podría esperar algo? Entre tantas guerras, conflictos por todos
los ambientes, corrupción de no pocos que acaban dejando la suerte del pobre en
su propia mano, el hermano necesitado y olvidado a causa de la diosa afán de
alcanzar cada vez más altas clases sociales. ¡Si ya el ser humano no teme ni al
mismo Dios, que lo creó pensando que todo lo hubiera logrado por su propia
fuerza!
Todos
estos y muchos más podían ser nuestros interrogantes. Pero, nuestra fe nos dice
que aun así, aun en medio de tanta confusión es preciso dejarnos llevar en alas
del Espíritu, Aquel que nos ayuda a leer los signos de los tiempos con una
mirada ensanchada, nos anima, nos penetra y nos transforma. Nos ayuda a abrir
los ojos a lo bello y a lo no tan bello con esa espera dolida, pero gozosa de
un mundo nuevo y una tierra nueva.
Tal
vez este momento es el que nos ofrece la Iglesia en este tiempo litúrgico que
empezamos. Una espera que nos acerca cada vez más a un kairos que se realiza en el “abajamiento de Cristo”.
Sin
darnos cuenta de ello hermanos, podemos caer en la gran tentación en que
entramos muchos “la tentación de pensar…
¡ah otro adviento!…vaya” y nos lo pasemos sin descubrir algo nuevo en el.
Para
ello quisiera muy sencillamente atreverme a describir un poquito el Adviento:
¿Qué es el Adviento?
El
adviento es el tiempo en que la iglesia nos ayuda a orientar nuestro espíritu
hacia la espera de la parusia de Cristo. Las primeras semanas en este caso,
desde la primera semana hasta la mitad de la tercera semana de adviento, la Iglesia
nos acercará a este misterio de la venida de Cristo. El final de la tercera
semana y la cuarta, los textos litúrgicos nos orientan directamente a la
preparación del nacimiento de Cristo, la estrella que nos brillará desde lo
alto.
¿Y en este tiempo qué figuras nos
acompañaran?
En
este tiempo litúrgico hermanos, son muy destacables cuatro figuras bíblicas:
·
El
profeta Isaías
·
Juan,
el bautista y, ¿cómo no?
·
La
joven, virgen nazarena, María
·
Encontraremos
también con José, hijo de David desposado con María, aunque no sea muy
llamativo, es precisamente muy importante conocerlo en su humilde servicio.
¿Qué nos aportará cada uno de ellos?
Muy
queridos hermanos, a través del profeta Isaías nos resonará el eco de la gran
esperanza que conforta y alienta al pueblo elegido por Dios en los momentos
difíciles de su historia. Pero esta esperanza también será para todos los
tiempos. Es por lo tanto una esperanza anunciada a cada uno de nosotros. El eco
de Isaías convoca así a todo el mundo a una nueva visión de la vida tan llena
de esperanza. Es el momento de volver a nuestras casas interiores y al mismo
tiempo a Dios que hará capaz que reine la paz en su pueblo. Tal vez sea el
momento más oportuno de preguntarnos ¿Estamos despiertos? ¿Mientras se acerca
el momento apremiante, llevamos el liderazgo de Jesús en nuestros corazones?
¿Qué es lo que me motiva a mí más en este tiempo litúrgico? ¿Adornar a tope
todos los rincones de la casa, gastar y gastar, la embriaguez, la codicia? ¿Qué
es lo que realmente me pide Dios? mira que estamos advertidos, despertad,
vigilad que se acerca el gran día, mantente alerta… es la continua llamada del
profeta.
¿Y Juan Bautista?
Éste
hermanos viene a ser el último de los profetas y que resume en su persona y en
su palabra toda la historia anterior en el momento en que este alcanza su
cumplimiento. En él se encarna sin duda alguna el espíritu de adviento ya que
él es el signo de la intervención de Dios en su pueblo. De hecho es el
precursor del Mesías que tiene sobre sí
la gran misión de preparar el camino del
Señor (Is 40:3), de anunciar a Israel el conocimiento de la salvación
(Lc 1,77-78) y, ante todo y sobre todo, de señalar a Cristo ya presente en
medio de su pueblo (Jn 1,29-34). Éste será el heraldo del desierto
<<prepara el camino>>. Es el momento de afrontar todo lo que nos
estorba en esta preparación de la venida de Cristo para que así la palabra
encuentre morada en nosotros.
¿Y la Virgen
Nazarena?
A
mí personalmente me encanta y me hace experimentar de una manera muy especial
mi relación con María este tiempo litúrgico. ¿Se pueden imaginar el por qué?
Por ser el único tiempo litúrgico que pone en relación y cooperación a María en
el misterio de la redención. En el adviento, la venida del Señor está
especialmente vinculada a aquella joven nazarena, la humilde sierva y la
primera discípula y cristiana. Es aquella que supo decir desde su pequeñez
<<Fíat>>. Y para ello celebraremos la solemnidad de la Inmaculada Concepción en la que esta joven es
presentada como el prototipo de la humanidad redimida, ella es el fruto más
esplendido de la venida redentora de Cristo. A esta nazarena quiso Dios que
fuese <<el comienzo e imagen de la iglesia, esposa de Cristo llena de
juventud y de limpia hermosura>>
(pref. María Inmaculada).
María
está siempre presente en el misterio de la redención aunque sea solo una figura
en el trasfondo del misterio. María es la gran creyente que <<medita
todas estas cosas en su corazón>>. María medita y contempla cómo lo
divino se fusionará con lo humano en su pequeño seno y se estremece ante gran
bondad, y humildemente guarda y protege viviendo ese misterio que sería la
salvación del mundo entero. ¡Gracias Madre! María es la imagen del cristiano
ante el rostro de Dios.
María
es la figura por la que llega la justicia de Dios para los pobres dela tierra.
María la primera criatura que canta el honor a Dios, una jovencita nazarena que
ora con su pueblo y por su pueblo, la siempre virgen que perteneció a Dios en
primer lugar y principalmente consagrada a la venida de su Hijo. María la
apasionada, la entregada, la entusiasta. La reina por la que Dios derramará su
gracia sobre la tierra. ¿Y cómo no? será la primera a la que resultará difícil
comprender a ese Niño Divino que reine desde un pesebre y una cruz, pero
también y mucho más es la primera que dice <<hágase en mí tu palabra,
aquí está la esclava del Señor>> Ella será la primera en dejarse llevar
por ese Dios que reina desde su seno y ella también será la primera de tomar la
clara conciencia de cómo Dios en su infinita misericordia se ha fijado en la
humillación de su pueblo en el seno de este mundo. A partir de aquí María
comprenderá muy bien su misión, el arca elegida, la amada por Dios para que a través
de ella la eterna luz amanezca al mundo entero y la salvación llegue a todos
los rincones del mundo. Ella nos invita constantemente en este adviento a llevar
la antorcha de la encarnación es decir de la palabra hecha carne, de Dios con
nosotros a todo el mundo, en medio de la gente porque allí precisamente es
donde se encuentra Dios.
¿Y José, hijo de David, parece no decir nada
de él?
Bien, de José se habla poco pero aun así no deja
de ser un ejemplo excepcional. José hijo de David es desposado con María, pero
no viven juntos y lo peor de todo María se encuentra embarazada por el Espíritu
Santo. ¡Bendito santo! esto seguro le sonó a chino. ¡Es obra de Dios! En este
desconcierto, después de pasarlo lo peor que se podía pasar aquel alma bendita,
decide una cosa, menos mala, cuidadosamente y bien planeada << repudiarla
en secreto>>. ¿Qué hace José? salva a María de ser humillada públicamente
y apedreada junto a su hijo, tampoco la destierra del pueblo y de la vida común
que esto podía ser otra opción de él. ¡No! José herido al fondo de su corazón
salva a esta doncella, él seguramente reconoce el daño supuestamente que existe
en su corazón pero es demasiado amable, un alma justa. Pero su planes son
frustrados por un sueño sencillo y directo << José no tengas reparo en
llevarte a María tu mujer…dará a luz un Hijo…y le pondrá por nombre
Emmanuel>>. José es así hecho participe del plan de Dios y debe de
someterse a su santa voluntad. ¡Gracias a ti José el niño Jesús, tuvo una
morada segura! Y ¡gracias a ti por aceptar el anuncio del ángel, el niño nacerá
y la liberación se hará realidad para aquellos que abrirán sus corazones a Dios
como tú! A través de José aprendemos sobre todo de la escucha y de tomar una
buena y responsable decisión de cual- quier cosa que pensáramos realizar,
siempre a favor de la dignidad humana y de la vida.
Pues hermanos como veis, el
Dios del Adviento es el mismo Dios de la historia, el Dios que vino en plenitud
para salvar al hombre en su Hijo amado; Jesús. Aquel a quien como recitábamos
en la oración del año de la misericordia recién cerrado <<revela el rostro
del Padre, el rostro visible del Dios invisible>>. El adviento lo podemos
definir como el tiempo de venidas, existen muchas maneras en las que Dios viene
a nosotros. Está la venida de Cristo en la plenitud de los tiempos, está
también la venida de Dios al mundo en el nacimiento de Cristo Dios y hombre,
existe otra venida de la palabra que escuchamos a menudo y que continuamente
entra en nuestros corazones entorpecidos por el pecado, también hay está la
venida que todos deseamos que llegará algún día, la de la justicia y la paz.
Como veis, hay muchas venidas, el Adviento-Navidad es esa intensa preparación y
celebración de la venida de Dios hecho hombre entre nosotros. En este tiempo la
iglesia que somos todos nosotros anhelamos ardientemente y esperamos vigilantes
este retorno glorioso de Dios que viene a llevar acabo su promesa en su Hijo
amado, Jesús.
Este
tiempo litúrgico nos viene a recordar que a todos, Dios nos ha destinado a la
salvación y que es en la historia de cada día
donde se realizan casi pasando desapercibidas estas promesas de
salvación de Dios. Durante nuestro larga peregrinación en esta tierra vivimos
pues el “ya si” de la promesa cumplida en
la venida de Cristo y “el todavía no” de su actuación en nosotros y de su total
manifestación con el retorno glorioso del Señor como Juez y Salvador.
El
adviento por lo tanto recordándonos de la venida de Cristo en profundidad, nos
recuerda al mismo tiempo el compromiso cristiano misionero de la iglesia y de
cada uno en particular. Nuestra misión será anunciar la Buena noticia a todos,
un anuncio que se basa en el misterio de la venida de Cristo, un anuncio que
lleva en si la redención. Y para ello estamos pues llamados a la vigilancia y a
la gozosa espera que conlleva la conversión.
Ahora
hermanos <<vemos como en un espejo>> pero llegará el día en que lo
veremos tal cual es, en que lo veremos y lo contemplaremos cara cara, sin
ningún veo que cubra nuestra mirada.
Mientras llegue el día no cesaremos hermanos
de decir:
<<Maranatha,
ven Señor Jesús>>, ven a reinar en mi corazón, ven y te ofreceré una
morada pobre pero esperanzada, ven Señor porque <<los que esperan en ti
no quedan defraudados>>
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