jueves, 1 de diciembre de 2016



EL ADVIENTO,  NUESTRA ESPERA Y NUESTRO ANHELO GOZOSO

Y muchos me podríais preguntar ¿hasta cuando esta espera? Ya van más de dos mil años. ¿Cuántos han dejado este mundo ó todavía viven en él sin ver ningún rayo de luz del que se podría esperar algo? Entre tantas guerras, conflictos por todos los ambientes, corrupción de no pocos que acaban dejando la suerte del pobre en su propia mano, el hermano necesitado y olvidado a causa de la diosa afán de alcanzar cada vez más altas clases sociales. ¡Si ya el ser humano no teme ni al mismo Dios, que lo creó pensando que todo lo hubiera logrado por su propia fuerza!

Todos estos y muchos más podían ser nuestros interrogantes. Pero, nuestra fe nos dice que aun así, aun en medio de tanta confusión es preciso dejarnos llevar en alas del Espíritu, Aquel que nos ayuda a leer los signos de los tiempos con una mirada ensanchada, nos anima, nos penetra y nos transforma. Nos ayuda a abrir los ojos a lo bello y a lo no tan bello con esa espera dolida, pero gozosa de un mundo nuevo y una tierra nueva.

Tal vez este momento es el que nos ofrece la Iglesia en este tiempo litúrgico que empezamos. Una espera que nos acerca cada vez más a un  kairos que se realiza  en el “abajamiento de Cristo”.

Sin darnos cuenta de ello hermanos, podemos caer en la gran tentación en que entramos  muchos “la tentación de pensar… ¡ah otro adviento!…vaya” y nos lo pasemos sin descubrir algo nuevo en el.
Para ello quisiera muy sencillamente atreverme a describir un poquito el  Adviento:

¿Qué es el Adviento?

El adviento es el tiempo en que la iglesia nos ayuda a orientar nuestro espíritu hacia la espera de la parusia de Cristo. Las primeras semanas en este caso, desde la primera semana hasta la mitad de la tercera semana de adviento, la Iglesia nos acercará a este misterio de la venida de Cristo. El final de la tercera semana y la cuarta, los textos litúrgicos nos orientan directamente a la preparación del nacimiento de Cristo, la estrella que nos brillará desde lo alto.

¿Y en este tiempo qué figuras nos acompañaran?

En este tiempo litúrgico hermanos, son muy destacables cuatro figuras bíblicas:
·        El profeta Isaías
·        Juan, el bautista y, ¿cómo no?
·        La joven, virgen nazarena, María
·        Encontraremos también con José, hijo de David desposado con María, aunque no sea muy llamativo, es precisamente muy importante conocerlo en su humilde servicio.

¿Qué nos aportará cada uno de ellos?

Muy queridos hermanos, a través del profeta Isaías nos resonará el eco de la gran esperanza que conforta y alienta al pueblo elegido por Dios en los momentos difíciles de su historia. Pero esta esperanza también será para todos los tiempos. Es por lo tanto una esperanza anunciada a cada uno de nosotros. El eco de Isaías convoca así a todo el mundo a una nueva visión de la vida tan llena de esperanza. Es el momento de volver a nuestras casas interiores y al mismo tiempo a Dios que hará capaz que reine la paz en su pueblo. Tal vez sea el momento más oportuno de preguntarnos ¿Estamos despiertos? ¿Mientras se acerca el momento apremiante, llevamos el liderazgo de Jesús en nuestros corazones? ¿Qué es lo que me motiva a mí más en este tiempo litúrgico? ¿Adornar a tope todos los rincones de la casa, gastar y gastar, la embriaguez, la codicia? ¿Qué es lo que realmente me pide Dios? mira que estamos advertidos, despertad, vigilad que se acerca el gran día, mantente alerta… es la continua llamada del profeta.

¿Y Juan Bautista?

Éste hermanos viene a ser el último de los profetas y que resume en su persona y en su palabra toda la historia anterior en el momento en que este alcanza su cumplimiento. En él se encarna sin duda alguna el espíritu de adviento ya que él es el signo de la intervención de Dios en su pueblo. De hecho es el precursor del Mesías que tiene  sobre sí la gran misión de preparar el camino del  Señor (Is 40:3), de anunciar a Israel el conocimiento de la salvación (Lc 1,77-78) y, ante todo y sobre todo, de señalar a Cristo ya presente en medio de su pueblo (Jn 1,29-34). Éste será el heraldo del desierto <<prepara el camino>>. Es el momento de afrontar todo lo que nos estorba en esta preparación de la venida de Cristo para que así la palabra encuentre morada en nosotros.

¿Y la Virgen Nazarena?

A mí personalmente me encanta y me hace experimentar de una manera muy especial mi relación con María este tiempo litúrgico. ¿Se pueden imaginar el por qué? Por ser el único tiempo litúrgico que pone en relación y cooperación a María en el misterio de la redención. En el adviento, la venida del Señor está especialmente vinculada a aquella joven nazarena, la humilde sierva y la primera discípula y cristiana. Es aquella que supo decir desde su pequeñez <<Fíat>>. Y para ello celebraremos la solemnidad de la  Inmaculada Concepción en la que esta joven es presentada como el prototipo de la humanidad redimida, ella es el fruto más esplendido de la venida redentora de Cristo. A esta nazarena quiso Dios que fuese <<el comienzo e imagen de la iglesia, esposa de Cristo llena de juventud y de limpia hermosura>> (pref. María Inmaculada).

María está siempre presente en el misterio de la redención aunque sea solo una figura en el trasfondo del misterio. María es la gran creyente que <<medita todas estas cosas en su corazón>>. María medita y contempla cómo lo divino se fusionará con lo humano en su pequeño seno y se estremece ante gran bondad, y humildemente guarda y protege viviendo ese misterio que sería la salvación del mundo entero. ¡Gracias Madre! María es la imagen del cristiano ante el rostro de Dios.

María es la figura por la que llega la justicia de Dios para los pobres dela tierra. María la primera criatura que canta el honor a Dios, una jovencita nazarena que ora con su pueblo y por su pueblo, la siempre virgen que perteneció a Dios en primer lugar y principalmente consagrada a la venida de su Hijo. María la apasionada, la entregada, la entusiasta. La reina por la que Dios derramará su gracia sobre la tierra. ¿Y cómo no? será la primera a la que resultará difícil comprender a ese Niño Divino que reine desde un pesebre y una cruz, pero también y mucho más es la primera que dice <<hágase en mí tu palabra, aquí está la esclava del Señor>> Ella será la primera en dejarse llevar por ese Dios que reina desde su seno y ella también será la primera de tomar la clara conciencia de cómo Dios en su infinita misericordia se ha fijado en la humillación de su pueblo en el seno de este mundo. A partir de aquí María comprenderá muy bien su misión, el arca elegida, la amada por Dios para que a través de ella la eterna luz amanezca al mundo entero y la salvación llegue a todos los rincones del mundo. Ella nos invita constantemente en este adviento a llevar la antorcha de la encarnación es decir de la palabra hecha carne, de Dios con nosotros a todo el mundo, en medio de la gente porque allí precisamente es donde se encuentra Dios.

¿Y José, hijo de David, parece no decir nada de él?
 Bien, de José se habla poco pero aun así no deja de ser un ejemplo excepcional. José hijo de David es desposado con María, pero no viven juntos y lo peor de todo María se encuentra embarazada por el Espíritu Santo. ¡Bendito santo! esto seguro le sonó a chino. ¡Es obra de Dios! En este desconcierto, después de pasarlo lo peor que se podía pasar aquel alma bendita, decide una cosa, menos mala, cuidadosamente y bien planeada << repudiarla en secreto>>. ¿Qué hace José? salva a María de ser humillada públicamente y apedreada junto a su hijo, tampoco la destierra del pueblo y de la vida común que esto podía ser otra opción de él. ¡No! José herido al fondo de su corazón salva a esta doncella, él seguramente reconoce el daño supuestamente que existe en su corazón pero es demasiado amable, un alma justa. Pero su planes son frustrados por un sueño sencillo y directo << José no tengas reparo en llevarte a María tu mujer…dará a luz un Hijo…y le pondrá por nombre Emmanuel>>. José es así hecho participe del plan de Dios y debe de someterse a su santa voluntad. ¡Gracias a ti José el niño Jesús, tuvo una morada segura! Y ¡gracias a ti por aceptar el anuncio del ángel, el niño nacerá y la liberación se hará realidad para aquellos que abrirán sus corazones a Dios como tú! A través de José aprendemos sobre todo de la escucha y de tomar una buena y responsable decisión de cual- quier cosa que pensáramos realizar, siempre a favor de la dignidad humana y de la vida.

Pues hermanos como veis, el Dios del Adviento es el mismo Dios de la historia, el Dios que vino en plenitud para salvar al hombre en su Hijo amado; Jesús. Aquel a quien como recitábamos en la oración del año de la misericordia recién cerrado <<revela el rostro del Padre, el rostro visible del Dios invisible>>. El adviento lo podemos definir como el tiempo de venidas, existen muchas maneras en las que Dios viene a nosotros. Está la venida de Cristo en la plenitud de los tiempos, está también la venida de Dios al mundo en el nacimiento de Cristo Dios y hombre, existe otra venida de la palabra que escuchamos a menudo y que continuamente entra en nuestros corazones entorpecidos por el pecado, también hay está la venida que todos deseamos que llegará algún día, la de la justicia y la paz. Como veis, hay muchas venidas, el Adviento-Navidad es esa intensa preparación y celebración de la venida de Dios hecho hombre entre nosotros. En este tiempo la iglesia que somos todos nosotros anhelamos ardientemente y esperamos vigilantes este retorno glorioso de Dios que viene a llevar acabo su promesa en su Hijo amado, Jesús.

Este tiempo litúrgico nos viene a recordar que a todos, Dios nos ha destinado a la salvación y que es en la historia de cada día  donde se realizan casi pasando desapercibidas estas promesas de salvación de Dios. Durante nuestro larga peregrinación en esta tierra vivimos pues el “ya si” de la  promesa cumplida en la venida de Cristo y “el todavía no” de su actuación en nosotros y de su total manifestación con el retorno glorioso del Señor como Juez y Salvador.

El adviento por lo tanto recordándonos de la venida de Cristo en profundidad, nos recuerda al mismo tiempo el compromiso cristiano misionero de la iglesia y de cada uno en particular. Nuestra misión será anunciar la Buena noticia a todos, un anuncio que se basa en el misterio de la venida de Cristo, un anuncio que lleva en si la redención. Y para ello estamos pues llamados a la vigilancia y a la gozosa espera que conlleva la conversión.

Ahora hermanos <<vemos como en un espejo>> pero llegará el día en que lo veremos tal cual es, en que lo veremos y lo contemplaremos cara cara, sin ningún veo que cubra nuestra mirada.
 Mientras llegue el día no cesaremos hermanos de decir:


<<Maranatha, ven Señor Jesús>>, ven a reinar en mi corazón, ven y te ofreceré una morada pobre pero esperanzada, ven Señor porque <<los que esperan en ti no quedan defraudados>>

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