<<ANTES DE FORMARTE EN EL SENO DE TU MADRE, YA TE CONOCÍ, ANTES DE QUE TU NACIERAS, YO TE CONSAGRÉ PARA UN TRABAJO ESPECIAL>>
Paz y bien en el Señor;
Queridos hermanos y queridas
hermanas, todos y todas hemos sido creados para un proyecto, un servicio, un
trabajo, una llamada especial por lo cual hemos de comprometernos y cumplirlo.
Cristo Jesús, nuestro hermano y nuestro Salvador y su Santísima Madre la Virgen
María fueron y son los modelos más perfectos de este tomar conciencia y aunarse
a la voluntad divina del Padre Celestial.
En mi primera publicación veíamos
cómo la Virgen María, hija de Nazaret y de nuestra raza supo leer los signos en
la plenitud de los tiempos y sin ningún rodeo se fió, se entregó y se
abandonó enteramente y eternamente a la divina voluntad. Una mujer de nuestra
raza, de nuestro mundo que vive constantemente con miedo y amenazado por la
ley y que a su vez muchas veces también esclaviza.
¡Qué mujer más atrevida, más valiente y más amorosa!
En esta tercera publicación no
quisiera pasarme de largo tantos gritos que escuchamos (si es que no somos
ignorantes) y vemos muy a menudo en nuestra bendita tierra: los
gritos de nuestros hermanos más necesitados. Es verdad y hay que
admirar y por lo tanto dar gracias y animar a muchas personas que individualmente o por
medio de organizaciones y grupos
eclesiales con corazón grande y con buena voluntad han dado el paso de ofrecer
alimento, cobijo, calor, una visita, una mirada, la escucha, la alegría, la
acogida… y sobre todo el AMOR y la DIGNIDAD humana a estos hermanos y hermanas
nuestras, pero también es verdad que es mucho lo que nos queda por hacer.
¿Hermano mío y hermana mía, si acaso perteneces a esa mayoría que no quiere
“complicarse la vida”, que no quiere comprometerse, que cierra los ojos ante
tanta necesidad, que sencillamente piensa y dice <<esto no me toca a mí,
que lo haga otro…, y que han decidido quedarse sordos, ante tantos golpes que
golpean nuestras puertas: con la mirada, con la lagrima, con la muerte, con la
falta de dignidad humana…o que han pensado como el “pobre rico” del Evangelio
que llena sus graneros a costa de cualquier precio (no lo sabemos) y dice a su
alma engañosamente <<alma mía ya tienes todo, ya posees todo, come, bebe,
túmbate y disfruta la vida, pero Dios le reprocha muy fuertemente y le dice <<necio,
esta misma noche te reclamarán la vida, ¿de quién será todo lo que has
acumulado?>> ¡Qué fuerte reproche! Creo que a todos se nos pone el pelo
de punta al mirar y contemplar seriamente este escenario que nos presenta
Cristo.
Y ¿cómo no? también me lleva a la
leyenda del mendigo que escribió Rabindranath Tagore en los días pasados, pero
muy acertado precisamente en este tiempo
que nos toca vivir, en esta oportunidad que nos ofrece Dios para restituirle lo
que él por su Divina gracia nos ha ofrecido, no porque lo merezcamos sino
porque él lo quiso. Escribe Tagore:
<< ¡Iba yo pidiendo de puerta en puerta
por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un
sueño magnifico. Y yo me preguntaba maravillado, quien sería aquel Rey de
Reyes. Mis esperanzas volaban hasta el cielo, y pensé que mis días malos se
habían acabado. Y me quedé aguardando limosnas espontaneas, tesoros derramados
por el polvo. La carroza se parró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo.
Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. Y de pronto tú me
tendiste tu diestra, diciéndome: ¿puedes darme alguna cosa? ¡Ah, qué ocurrencia
la de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía qué
hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di. Pero que
sorpresa la mía cuando al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un
granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré de no haber
tenido corazón para darte todo!>>
¡Qué bonita reflexión! Todos los
que creemos y seguimos a Cristo nuestro hermano mayor, tenemos la esperanza de
que algún día (si todavía no la tenemos) tendremos la felicidad verdadera, la
felicidad plena que solo nos ofrece Dios que es el único camino, la única vida y la única verdad.
Día y noche no cesamos de pedirle a Dios que nos conceda la paz, la alegría, el
bienestar, la salud, la felicidad… y muchos más deseos que llevamos en nuestros
corazones .Pero día y noche también nos olvidamos de que ya hace tiempo que
Dios a través de su Hijo nos ofreció el don inmenso, el regalo más grande, se
ofreció a sí mismo a todos nosotros en la persona de su Hijo amado, JESÚS.
Esa
es una verdad tan inmensa que todavía no acabamos de creérnoslo, es una verdad
grabada muy profundamente y muy hondamente en nuestros corazones destrozados
por el odio, la violencia, la envidia, el querer apasionadamente, el tener sin
medida y “el mirar solamente a nuestro obligo” dejando de lado al otro, al
compañero de camino, que sepamos que al llegar primeros ante Dios, él nos preguntará “¿Dónde está tu hermano, donde
está tu hermana?” Y desgraciadamente o agraciadamente ese Rey que nos AMÓ
CON AMOR ETERNO, QUE SE HIZO HOMBRE PARA DIVINIZAR MI
HUMANIDAD nos dice cada día en el rostro del hermano necesitado: “¿puedes
darme alguna cosa?” Y nosotros por nuestro egoísmo, por nuestro orgullo de
creernos mejores, por nuestras pasiones de querer, tener y poseer incluso nos
sentimos merecedores de utilizar al otro por no decir de acapararlo. O
simplemente sin mirarlos a la cara echamos nuestra mano en nuestro saquito y le
damos un grano de nuestro montón.
Hermano mío y hermana mía muy
amados en Cristo, este tipo de vida nos ciega, nos hace sordos y sordas, nos
vuelve insensibles ante la necesidad del otro e incluso de nuestros familiares más
cercanos, nos hace olvidarnos incluso de nosotros mismos, de quienes somos, y
de qué Dios nos creó y nos hizo venir a
este mundo <<antes de formarte en el vientre de tu madre te
consagré>>. Nunca nos equivoquemos pensando que esta frase solo es para
los consagrados, que también, pero todos hemos sido llamados y llamadas a
realizar la obra que el Señor pensó para nosotros, partiendo y tendiendo
siempre hacia la CARIDAD. Es muy triste vivir o mejor dicho pasarse la vida sin
darnos cuenta, y sin leer lo que nos
piden los signos de los tiempos.
Es momento de descubrir la oportunidad que
Dios nos ofrece para entregarle nuestro servicio a través del hermano, momento
de ofrecerle cobijo a quien no tiene donde reclinar la cabeza, momento de
consolar al que llora y ayudarle a encontrar
sentido en esta vida y de tener esperanzas nuevas, es momento de darle de comer
al que no tiene, de ofrecerle de beber al que tiene sed, no solo de agua sino
también de otras mil formas, momento de visitar al encarcelado, escucharle
sobre todo y ayudarle a ponerse en camino, momento de visitar al enfermo y al
anciano, echar rato con ellos y ellas y darle nuevas esperanzas y si no de esta
tierra de la eterna, es momento de construir puentes de encuentro y no dejarnos
llevar por nuestros caprichos; de
reconocer nuestros errores porque somos humanos y de caminar hacia la misma
meta de paz, de unidad y de justicia, porque lo queramos o no hermanos y
hermanas el destino es la mismo y tendremos que arreglarlo todo, pero todo
antes de llegar y encontrarnos allí ante Nuestro Padre Celestial, precisamente
porque el juicio será el amor al
prójimo, el hermano y la hermana que Dios me concedió. Es la única manera de
mostrarle a Dios nuestra profunda gratitud por lo que Él ha hecho y sigue
haciendo por nosotros sin merecerlo. Es así tan doloroso que nos volvemos
ciegos y no nos damos cuenta de ese premio que Dios quiso concedernos y nos
concedió desde el principio de los tiempos y está y permanece en lo más hondo
de nuestros corazones.
Tal vez tendríamos que purificar
nuestros sentimientos, volvernos sensibles para que nos duela el dolor y el
sufrimiento del otro que es distinto de mí, que piensa de otra forma, que viene
de otras culturas, que confiesa una fe distinta, que no es de mi color ni de mi
raza…porque simplemente somos únicos y tú
en persona no puedes realizar el proyecto de Dios sobre mí, ni yo puedo
realizar el tuyo. Hermanos y hermanas dejémonos moldear por Dios, dejémosle porque
él nos llevará a un puerto seguro, que nuestra puerta interior nunca se cierre
ante su visita y así podremos descubrir dentro de nosotros su morada, que
nuestra atención sea dirigida siempre a él, pero claro por medio del hermano y
de la hermana que necesita de mí. Porque como nos dice la Sagrada Escritura
<<Una vida devota a las cosas es una vida muerta, un tronco seco; una
vida moldeada por Dios es un árbol fructífero… y solo en El encuentra sentido
nuestra vida.
Querido hermano y querida
hermana, tal vez tendríamos que preguntarnos constantemente: ¿Por qué Dios me
trajo al mundo? Él se fió de nosotros antes de que naciéramos, ¿cuál es su
proyecto, su deseo sobre mí? ¿Existir sin vivir? ¿Qué me dice Dios ante el
mundo presente? ¿Cruzarme de brazos y que se preocupe otro? ¿Que son cosas de ONG
u otras Organizaciones de ayuda
humanitaria? ¿Qué mi trabajo “el dedo acusador” que nunca realiza nada pero lo
controla todo? ¿O simplemente de tumbarme y disfrutar de la vida? Estas
preguntas tendríamos que preguntárnoslas diariamente tanto tú como yo. Y si
alguna vez nos damos cuenta de lo equivocados que hemos vivido en esta bendita
tierra de todos, pues humildemente asumir nuestras responsabilidades con un
nuevo vuelo, recordando lo que nos dijo mi padre y nuestro padre San Francisco
de Asís <<pues comencemos hermanos, comencemos hermanas porque hasta
ahora poco o nada hemos hecho>>
Que Dios les bendiga hermanos y
hermanas, hasta pronto.
Pero ojo ¡DESPIERTA TU QUE DUERMES Y COMPROMETETE AL
CLUB DE LOS VERDADEROS HIJOS DE DIOS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario