¡TODO NO TENDRÁ SENTIDO SIN LA VERDADERA CONVERSIÓN!
Ciertamente al terminar este año
2016 y comenzando a ver los rayos nuevos del sol que ilumina, el primer día del
año 2017, tenemos una mezcla de
sentimientos dentro de nosotros. Sentimientos que han sido grabados en lo
profundo de nuestros corazones y que forman parte de nuestra historia. Tal vez
y por la fragilidad humana, recordemos con ligereza todos aquellos momentos que
hemos experimentado experiencias no muy agradables, y que quisiéramos borrarlos
de nuestra historia. Recuerdos de personas muy queridos por nosotros, personas con
quien hubiéramos querido compartir las uvas, que hubiéramos querido abrazar y
juntos comenzar este nuevo año. Son personas cercanas o lejanas, familiares,
amigas y conocidos que nos han dejado y han dormido en la paz de Cristo. Son
experiencias que superan nuestro entender y que solo con la fe se llegan a
comprender y a aceptar. Seguramente nos acordaremos también de relaciones rotas
y que desde el fondo de nuestro corazón hubiéramos querido mantener. Tal vez tengamos experiencias de personas muy
queridas que se han alejado de nosotros por motivos de trabajo o incluso porque
han decidido tomar un camino distinto ya que el amor es lo más grande y lo más
auténtico y aunque estén lejos, existe dentro de nosotros un sentimiento como
si estuvieran cerca. También pueden existir momentos de soledad, de
marginación, momentos que nos hemos encontrado entre la espada y la pared,
momentos que nos hemos sentido manipulados y engañados, olvidados y
desconsolados, conflictos familiares, crisis individuales o de trabajo…momentos
que no quisiéramos recordar porque se nos saltan las lágrimas.
Pero también recordamos momentos
de alegría y gozo, momentos que nos hacen felices recordarlos, momentos que
desearíamos que fueran bien grabados en nosotros. Momentos en los que hemos
experimentado la mano de Dios sobre nosotros llena de bendiciones. Al recordar
tantas personas que nos han dejado en la paz nos daremos cuenta de lo grande
que el Señor ha sido con nosotros. El regalo de la vida que nos concede no
porque seamos mejores que ellos sino para solamente su gloria y alabanza
mientras seguimos viviendo. Nos da mucha alegría ciertamente que podamos
celebrar el año nuevo en familia, vernos bendecidos, sentirnos amados por Él y
por la persona que nos rodea. Vernos bendecido por un puesto de trabajo que nos
hace la vida fácil de vivir, contemplar la bendición de Dios en nuestros hijos
fruto bendito de la mano de Dios. Son innumerables los motivos que nos causan
alegría y tanto estas como las que no son tan buenas, han sido las columnas que
han sostenido nuestra casa interior y nuestro vivir en este año que acaba.
¿Entonces qué ha pasado aquí?
¿Qué nos ha dejado el año que acaba?
Recuerdos, muchos recuerdos que a mí personalmente me hace exclamar
<<Dios escribe la historia del hombre con reglones torcidos>> Estas
experiencias forman parte de nuestra vida, han sido maestros en nuestro
caminar, han hecho crecer nuestra fe, nos han hecho reconocernos pobres y
pecadores necesitados de su gracia, nos han hecho tomar la vida en serio y
disfrutar las sorpresas que nos presentan cada día. ¿Cómo? No iremos muy lejos
como para no recordar.
Hace exactamente seis días que
nos ha nacido el príncipe de la paz. Hemos oído cómo los coros angélicos
cantaban con alegría rebosante <<Gloria a Dios en el cielo y en la tierra
paz a los hombres que aman al Señor>> Hemos oído la voz dirigida a los
pastores >>No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para
todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el
Mesías, el Señor>>. Hermanos ¡qué mejor noticia que esta!
Pues en este ambiente de alegría,
porque la luz ha brillado sobre nosotros, en este gozo pleno, todos hemos
sentido la tranquilidad, la serenidad, la paz en nuestro corazón…pero nuestros
oídos, un día después, se tapan con el griterío de un hombre lleno de fe y de
Espíritu Santo, S. Esteban que cae fuera de la ciudad lapidado por su
testimonio de fe. Este primer mártir nos deja una lección importantísima
<< ¡Señor, no les tengas en cuenta este pecado!>>. Y, nos
preguntamos ¡Dios mío, esto qué es! Y no contentando con esto solo dos días
después de este Nacimiento gozoso, nos sobrecoge atónitos al ver al precursor
martirizado por unos caprichos humanos. Un Rey que desea el padecer más que la
dignidad humana. El odio y la dureza del corazón junto con la maldad hacen
morir decapitado al que nos señaló el bendito cordero de Dios. ¿Y, qué decir
ante el gran llanto de Raquel que llora desconsoladamente a sus hijos que ya no
viven?
Hermanos, un Niño recostado en el
pesebre, entre unos animalitos, causa terror a Herodes. ¿Por qué te inquietas,
un rey tan poderoso como tú? ¿Qué temes? Si es un niño que no puede andar por
sí solo, que se alimenta de leche, que solo sabe llorar y dormir. Yo te
preguntaría Herodes ¿A qué temes?
<<Tú matas el cuerpo de los
niños, porque el temor te ha matado a ti el corazón>> Ya ves tambalear tu
poder, tu reino, tu fama, la corrupción que habita en ti y en los tuyos. Tú te
sientes amenazado y causas la muerte a numerosos
niños inocentes. ¡Qué pena!, los signos del Salvador, el anuncio, el encuentro
con los reyes magos de oriente no te dicen nada, tal vez te parezcan unos
cuentos de hadas. ¡Te causan solo temor…! La ceguera de una vida infeliz te
tapa los ojos, te hace ignorante, crea odio en ti cuanto el Salvador ha nacido
en tu tierra, y, loca de rabia decides acabar con los tuyos.
Hermanos, no acabamos de entender
cómo Dios puede escribir tu historia, mi historia con reglones torcidos. Un
Rey, un Salvador, nace en un pesebre. ¿Oye dónde está la soberanía? De pronto
le vemos huir a Egipto porque un hombre malvado busca su muerte, pero ¿no es
Dios? ¿Por qué huir? Si es el Salvador ¿porque no lo acepta todo el mundo? ¿Por
qué lo rechaza y amenaza? Porque el corazón humano ha sido desde el principio
cegado por el dominio, la autosuficiencia, el creerse sabedor de todo. Y no
solo eso, a los treinta y tres años lo vemos cargando con su cruz camino hacia
el calvario y allí morirá como un malvado. Y éste es el ¡Dios Todopoderoso!
Vaya contraste con lo que esperábamos.
Pues esto hermanos ha ocurrido en
este año que acaba en nuestra vida cotidiana. Y muchas veces le hemos quejado a
Dios por lo que ha ido realizando en nuestra vida. Es más, muchas veces no le
hemos dado la libertad de dibujar nuestra vida como él lo quiere sino como
nosotros lo quisiéramos. Le hemos entretenido por nuestro capricho y no nos
hemos dejado moldear por él. Puede ser que nos resulte incomodo recuerdos del
año pasado, pero, hemos caído en la cuenta de lo que Dios quiso decirnos en
ello. En los pocos años que tengo quiero pensar y creer que todo lo que pasa en
nuestra vida tiene su sentido profundo y hay que buscarle el sentido antes de
quejarnos y tirar, como suelen decir, la toalla.
Porque comienza un nuevo año, no
apareceremos con piel distinta, ni más morenos ni menos blancos. Seguiremos
siendo los mismos que en el año 2016, aunque hayamos comido las doce uvas, con
prendas rojas o incluso desesperadamente con los famosos objetos de oro en las copas,
si verdaderamente no cambiamos de corazón, no cambiamos nuestra manera de ser,
no le damos a Dios el primer puesto en nuestra propia vida, de nada nos habrá
servido todo lo que hemos deseado para este año nuevo 2017.
Creo que es un tiempo oportuno de
volver a preguntarnos una vez más ¿Cómo he vivido en este año que termina? ¿Qué
tipo de vida he llevado? ¿He procurado la paz que nos anuncia el ángel, la
alegría de sentirme amado por Él y por los que me rodean, la alegría de la
salvación? ¿He vivido justamente, confiando mi vida a Dios y no a las personas
ni a las cosas? Y, tal vez para este año que comienza ¿Quién sigue dirigiendo mi vida? ¿Qué deseo
en este año? ¿Qué esperanzas tengo a lo largo de este año? ¿Verdaderamente
quiero cambiar de vida para parecerme más a Cristo o me basta como soy y lo que
soy? ¿Me importa más al otro que es distinto a mí, el camino diagonal que me
dirige a lo vertical?
Este año que comienza no tendrá más
sentido que el pasado si no nos planteamos bien la vida, si no tomamos en serio nuestra
vida entre las manos y la revisamos día tras día. Si no caímos en la cuenta de
los Herodes que nos habitan y que de vez en cuanto amenazan y oprimen. Hermanos, la voz de la gente humilde y sencilla es la
voz de Dios. Escuchémoslo, Dios elige una madre pobre, la elige y la consagra
para ser su morada. Dios elige la humildad de María y ¿cómo no? la pobreza que
abundaba en José, hombre humilde, sencillo y justo. Dios quiere y hace que el
anuncio salvador sea realizado por unos pastores, gente nada importante, más
bien gente mal vista en aquella época. Es la voz del Padre que nos habla a
través de los humildes y sencillos de corazón.
Que la humildad sea el camino que
nos guie hacia Él en este año que comienza. Humildes para ofrecer la paz, la
alegría, la justicia…Humildes para descubrir la grandeza y la belleza de un
Dios que se hace pequeño en el pesebre.
¡Que Dios nos bendiga y nos
guarde en este año, que nos ilumine su rostro y que nos sea propicio, que nos
muestre su rostro y que nos conceda la paz!
Hermanos, nosotros vivimos ya en la plenitud
de los tiempos y hemos recibido la filiación divina de una manera tan cercano y
tan tierna de modo que no nos queda otra que clamar ¡Abba, Padre! No te acobardes,
no te rindas porque ya no eres esclavo sino hijo y heredero en el Hijo. Esta es
nuestra esperanza y nuestro gozo. Dios nos ama inmensamente y solo pide que le
abramos el corazón.
Que en este año sea Él quien nos
guie y nos conduzca por donde Él quiera y cuanto Él quiera.
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